El diccionario Webster define "mullet" como un tipo de pescado, yo, por el contrario, lo defino como la forma más cañera y molona de fardar con tu pelo. Como vereis hay diferentes opiniones. Un sabio dijo una vez que el mullet era el peinado más completo de cuantos existían; es formal y serio por delante y fiestero por detrás.
Muchos grandes hombres a lo largo de la historia han
escogido el mullet como la forma de expresar su majestad y señorío. Razones no
les faltan.
Hoy he querido hacer mi propio homenaje dentro de la
industria del cine y la televisión a todos esos grandes hombres que han contribuido a
engrandecer nuestro acervo capilar exhibiendo de manera pública y notoria tan majestuoso peinado. Sé que
la lista no dejará contento a todo el mundo, es lo que suele pasar con estas
cosas. Sé que muchos de vosotros querríais que hubiese incluido en ella a otros insignes
del celuloide. Me ha costado hacer la criba y se cuentan por decenas los que se han quedado en el camino, disculpas por adelantado pero el rankin queda tal que así… (redoble
de tambores).
En el puesto nº 10 tenemos a uno de los actores más queridos
de la televisión. Hizo bulling a sus compañeros en “Salvados por la campana”, y
después fue poli en bicicleta en “Pacific Blue”. Un fuerte aplauso para MARIO LÓPEZ.
En el nº 9 un actor para el recuerdo, hace poco nos dejó, pero siempre nos quedará en nuestra memoria su maravilloso pelazo en "Duro de pelar". Señoras y señores contengan sus lágrimas, con todos ustedes PATRICK SWAYZE.
En nuestro nº 8 contamos con la inestimable presencia de un actor en alza. Fue Rorschach en "Watchmen" y Freddy krueger en la última de Freddy Krueger. Últimamente le hemos podido ver por la tele en esa serie de tíos machos llamada "Escudo humano". Tiene nombre de white trash y un corazón canalla, con orgullo les presento a JACKIE EARL HALEY.
En el nº 7 tenemos a un cantante/actor. Vino de las estrellas para iluminarnos con su glamour. Un ojo de cada color y varios estilos de mullet a lo largo de su extensa carrera. Hacen falta presentaciones? DAVID BOWIE.
En el puesto nº 6 de nuestro rankin contamos con uno de los más insignes mullets de la historia de la televisión. Todos recordaréis al entrañable tío Jesse de "Padres forzosos". Un instante para la nostalgia; JOHN STAMOS.
En el nº 5, y con la cosa poniéndose calentita, tenemos a uno que repite en este mismo blog. Hace un par de semanas lo tuvimo por aquí, cuando lo de las canciones, y nos regaló una de las mejores baladas de amor de todos los tiempos. Hoy le tenemos de vuelta para hacernos otro regalo; su hermosa cabellera. Demos la bienvenida de nuevo a este polifacético ARTISTA; DAVID HASSELHOFF.
La cosa está que arde, los primeros puestos están muy apretados. Vamos allá, en el nº 4 tenemos a un hombre que ha hecho de abrirse de piernas un arte. Poesía en movimiento; JEAN CLAUDE VAN DAMME.
Observemos su precioso pelazo en movimiento.
Me tiemblan las manos, para el nº 3 contamos con la presencia de un auténtico maestro. Le queremos, le idolatramos y si somos secuestrados por una banda de terroristas no nos cabe duda que vendrá a rescatarnos chicle en mano; él es Richard Dean Anderson McGYVER.
Aquí le tenemos en una de sus misiones, aunque en esta ocasión, y por motivos de camuflaje, se ha cortado el pelo.
Esto está que va a reventar de un momento a otro, no puedo contener los nervios. En el nº 2 tenemos a un héroe de verdad. En sus últimas películas le hemos podido ver exhibiendo toda una ristra de gatos muertos a modo peluca. Hubo un tiempo en que su majestuosa melena ondeaba al viento cual salvaje grito de libertad. La pudimos contemplar en "Con-Air", y él es (hace falta que lo diga?) NICOLAS CAGE.
Y por fin llegamos al puesto nº 1. Por favor, que todo el mundo se ponga en pie para entregar nuestro galardón de la semana. De él se han dicho muchas cosas, pero aquí va una que no encontraréis publicada en ningún otro lado; un día estaba bañándose en la playa y vino una ola y le empujó por detrás, desde entonces a esa playa se la conoce como Mar Muerto. Que suenen las trompetas!, qué se caiga abajo el estadio!!. Fuegos artificiales!!!
The winner is... C-H-U-C-K!
Y eso ha sido todo por hoy amiguit@s estoy exhausto, necesito vacaciones. Nos vemos, como siempre, aquí, en vuestro blog amigo. Un saludo!!
Este es un post para
venderos una serie, dadle al play, gracias.
Los anglosajones tienen una expresión; “Sense of Wonder”,
que podría traducirse como “sentido de la maravilla”, y que hace referencia a
una forma muy determinada de ver la vida. Se trata de la sensación de deleite infantil ante todo aquello que se escapa a nuestro obtuso entendimiento, de mirar
embelesado una puesta de sol, de imaginar pasadizos oscuros repletos de tesoros
ocultos en el trastero de casa, de buscar gnomos y hadas en los jardines. El
mundo es un lugar mucho más extraño y maravilloso de lo que nuestra rutina gris
nos deja entrever, y es bueno, de vez en cuando, volver a adentrarnos en nuestras cotidianeidades
con los ojos de un niño para poder así disfrutar de todos los pequeños misterios
que se esconden entre toda la maraña de mundanidad que conforma nuestras vidas.
Los
británicos lo saben. Son chicos listos. Por ello gustan mucho de crear
historias de esas que ellos llaman “más grandes que la vida misma”. Los
términos; raro, extraño o bizarro podrían, perfectamente, definir gran parte de
la literatura, del teatro, del cine, cómic y, por supuesto, la televisión que
se hace al otro lado del charco (y me refiero al Canal de la Mancha, no al otro charco).
Desde el Steampunk decimonónico hasta la narrativa gráfica de mediados de los
ochenta, los británicos se las han ingeniado para ir inventando y reinventando
el fantástico, desde sus orígenes hasta el momento actual. No en vano ellos
fueron los creadores del género tal como se entiende en la actualidad, con
autores de la talla de Shelley o Byron (cierto es que en la génesis moderna del
género, los especialistas en la materia suelen incluir también a algún que otro
personajillo de fuera de las islas, como Baudelaire, que era francés, y por
ello no cuenta). De Carroll a Dickens, de los Monty Python a Danny Boyle, de
Sherlock Holmes al agente 007, el fantástico debe mucho a los británicos, en
todas sus vertientes. Incluida la televisión. Y no hay mejor ejemplo de lo que
este género es capaz de ofrecer que “Doctor Who?”.
Los once doctores
El origen del show no
tiene nada de original y es una historia de sobra conocida dentro de los círculos
especializados en este tipo de frikeces. Lo repito, da igual. Corría el año
1963, la posguerra había acabado, los ingleses comenzaban a salir de sus casas
de nuevo y a contemplar el mundo con ojillos satisfechos. La misión estaba
cumplida, los nazis habían sido derrotados y el honor británico salvado, era
hora de poner los cimientos al nuevo estado del bienestar. ¡Qué bien suena esa
palabra!. Sanidad universal, escolarización obligatoria, seguridad social y,
como no, televisión pública. En el año 63, mientras que en España aprendíamos a
andar erguidos y a hacer fuego frotando dos palos, en el Reino Unido ya había
un televisor en casi todos los hogares. Los británicos descubrieron la caja
catódica en el año 53, cuando más de veinte millones de ellos se arremolinaron
frente a uno de estos aparatos para ver la coronación de Isabel II al son de “God saves de
Queen” dando gritos de enfervorizado patriotismo. Una audiencia sin precedentes hasta aquel momento en la corta
historia de la televisión mundial. Los nuevos caminos que abría el medio televisivo
como forma de comunicación de masas empezaban a atisbarse en este momento, y
los “funcionarios” de la BBC se autoimpusieron la misión de crear una programación que contentara al vulgo y fuese entretenida, y que a la par cumpliese con su labor educativa (no en vano
el pragmatismo inglés es una de sus señas identitarias, junto con su flema,
ciertas tendencias homoeróticas fruto de la estricta educación en internados
masculinos, y el pescado con patatas). El ministerio de educación había
realizado un estudio entre los escolares británicos, los resultados mostraban
que las materias en las que más fallaban los chavales eran Historia y Ciencias
Naturales, de modo que las cabezas pensantes se pusieron manos a la obra y
decidieron emprender un plan de acción que comprendía, entre otras muchas
cosas, el encargo de un nuevo show a la
BBC, que fuese didáctico y a la vez entretenido, y que diese
a los jóvenes torreznos del Reino Unido unas pocas nociones de historia y ciencias. Para ir tirando. Es algo así
como si “Física y Química” enseñase de verdad física y química. El
resultado de todo ello fue Doctor Who.
Los
elegidos para poner en marcha este proyecto fueron los productores Sydney
Newman y Verity Lambert, junto con un extraño personaje que tenía la sana
costumbre de ponerse de ácido hasta las tetillas, y que solía andar pululando
por los despachos de la BBC
sin que nadie supiese exactamente a que se dedicaba o que carajo hacía allí, y
al que todos conocían como “Bunny” Webber. Está claro que alguien que se
presenta a sí mismo bajo el mote de conejito no debería estar al frente de un
programa destinado a formar las mentes de las futuras generaciones, y así lo
debieron de ver los altos directivos de la cadena porque al poco tiempo de
empezar el programa el señor Webber se marchó hacia pastos más verdes.
El concepto
sobre el cual gira gran parte del show, grosso modo, es el de los viajes en el
tiempo, excusa argumental perfecta para que el Doctor y
sus acompañantes corriesen aventuras en diversos momentos del pasado. La estructura inicial de la serie consistía en ir alternando seriales históricos
junto con otros de corte más futurista, en los que las farragosas explicaciones
pseudocientíficas se entremezclaban con auténticas clases magistrales de química o de física en una especie de jerga característica, marca indeleble de la serie. Durante las sesiones brainstorming, en las que se dio forma
al show original, se decidió incluir a dos profesores entre los personajes
protagonistas; una profesora de historia y un profesor de ciencias, que
mantendrían entre ellos una especie de idilio romántico, bastante naif para los
estándares actuales, pero lógico si se tienen en cuenta el nivel de censura de la época.
En cuanto al personaje principal del programa, eso es harina
de otro costal. El único término que podría definirlo de manera adecuada sería
el de “inefable”. Al comenzar la serie se contrató al actor William Hartnell
para que diese vida al entrañable, aunque a veces cascarrabias,
Doctor. Pocos sabían que Hartnell sufría una enfermedad degenerativa, muy
parecida al Altzheimer, que acabaría por obligarlo a dejar el programa cuando
este se encontraba en sus mayores cotas de popularidad. Rápidamente se buscó
una solución; ¿y si el personaje principal fuese inmortal, y se fuese
regenerando en sucesivas formas y personalidades cada vez que el cuerpo que
ocupase en ese momento muriese?. Con la primera muerte y regeneración del Doctor se
saltaron a la torera todas las normas lógicas que mantenían al show atado aun a ciertos niveles de
coherencia. A partir de ahí las cosas se volvieron locas, explotaron. A
saber, Doctor Who es un programa protagonizado por un personaje que es, en
esencia, una especie de Deus ex machina. El origen del misterioso protagonista
se ha mantenido en secreto durante las casi cinco décadas que lleva el show en
antena, pero a lo largo de sus más de 770 episodios se han ido dejando caer
pistas sobre quién es en realidad este personaje. No hay que ser muy avispados
para darse cuenta; alguien que puede estar en todos los sitios al mismo
tiempo, que es eterno, que ha estado presente, controlando y dando forma a la
historia desde el mismísimo Big Bang hasta el final de la creación, qué es prácticamente
todopoderoso. Estos ingleses y sus referencias ocultistas y místico-mágicas se
creen que nos la pueden dar con queso. En efecto, querido lector, como ya habrá adivinado se trata de la traslación a un programa infantil de la teoría
del “punto omega” del jesuita francés Teilhard de Chardin, excomulgado por la
iglesia, por cierto, y que tan de moda se puso durante los psicodélicos sesenta
entre ciertos círculos de magia ingleses, círculos que después acabarían sincretizándose con toda
la barahunta de creencias new age sobre chamanismo, campos energéticos,
budismo/tantrismo pop y todo ese rollo. Porque el
personaje tiene sus raíces en el momento histórico que le tocó vivir, y es un
tipo raro, eso hay que reconocerlo. En este caso la rareza es también genialidad, y
los ingleses, si de algo saben, es de convertir algo raro en algo genial.
La
longevidad del show es buena muestra de la popularidad del programa, pero es
que, además, la serie ha trascendido más allá de las pantallas de televisión. Se
ha convertido en toda una institución en el Reino Unido. El último especial
navideño emitido el 25 de diciembre de los corrientes consiguió atraer hasta el
televisor a nada menos que 10.7 millones de embobados espectadores, que es, más
o menos, una quinta parte del total de la población inglesa, convirtiéndose en
el segundo programa más visto durante el día en que la gente, por sistema, más
ve la televisión. “Águila Roja”, con su máximo histórico de 6 millones de
espectadores ni se aproxima a esta cifra, así como tampoco lo hace el capítulo
más visto de “los Serrano” que cuenta con una más que respetable audiencia de 8
millones. Para batir esta cifra tenemos que acudir al programa de una serie de
producción nacional más visto de la historia de este país; el último episodio
de “Farmacia de Guardia”, que contó con más de 11 millones de espectadores y
una cuota de pantalla del 60%. Pero es que estoy comparando las audiencias
promedio de los capítulos más vistos de la historia de la televisión en España
con el último episodio de las aventuras del buen Doctor. Sería imposible para
cualquier serie española, o simplemente cualquiera que no fuera estadounidense,
lograr los 16 millones de espectadores de media que consiguió el show durante
el año 1979. De hecho ningún episodio de Doctor Who, desde el inicio del
programa, ha estado por debajo de los 3 millones de espectadores, cifra que,
por sí sola, supone todo un triunfo para cualquier serie en una cadena
generalista de cualquier país del mundo.
Pero es que
lo que implica este programa para los británicos no es comparable a lo
conseguido por ningún otro programa de televisión, salvo quizás, y dentro de su grupo
de fanáticos seguidores, Star Trek. Se trata del programa más longevo de la televisión (y en
vista del éxito que sigue cosechando se le augura un futuro muy largo). Ha
ganado todos los premios televisivos habidos y por haber, incluido el BAFTA a
la mejor serie dramática en el año 2006 (se trata de algo así como el Oscar
británico, y sí, cuenta con una categoría al mejor drama de televisión. Los
ingleses son los putos amos!). Y no se queda ahí, no señor. El programa, que
lleva alimentando los delirios de los británicos durante generaciones, ha
pasado a formar parte de la cultura popular del país. Existen varias
expresiones en lengua inglesa que se utilizan a menudo en charlas coloquiales y
que tienen su origen en este programa, como por ejemplo la expresión “behind
the sofa”, que podría traducirse como “ver los toros tras la barrera”, y que
tiene su origen en la costumbre de los niños ingleses de ver las partes más
terroríficas del show mirando desde detrás del sofá.
Este y otros ejemplos vienen a poner de manifiesto la
impronta que el programa ha dejado en el imaginario colectivo de los británicos.
La crítica de televisión del diario The Times, Caitlin Moran, llegó a afirmar
que Doctor Who era “la quintaesencia de lo británico”. ¿Quién soy yo para
discutírselo?. Con su look trendy, su psicodelia pop, sus diálogos plagados de
metarreferencias a la cultura británica; desde chistes sobre “Maggie” Tatcher,
hasta los últimos cotilleos sobre la familia real, el show muestra la sociedad
british desde una óptica alegre y desenfadada. Los personajes han que
acompañado al Doctor en sus nuevas aventuras por el universo se pueden trasladar con suma facilidad al contexto social actual del Reino Unido, desde la middle class londinense (Rose Tyler), pasando por las
clases profesionales acomodadas (Martha Jones), hasta el moderno habitante de
suburbios (Amelia Pond). El programa se toma mucho cuidado en reflejar los dramáticos cambios por los que atraviesa el mundo. Los conflictos sociales
contemporáneos aparecen perfectamente retratados en el programa. Los episodios
más recientes son una buena muestra de ello, siendo un compendio de duras
historias, y más tratándose de una serie con una importante cuota de público
infantil, que transcurren en nuestros días y que cuentan con la crisis
económica como telón de fondo. El Doctor en su vertiente más dickensiana. Una
serie de relatos de crudo realismo social que no tienen nada que envidiar al
cine de Ken Loach (aquí me he pasado, lo siento Ken), y en las que aparecen
retratadas de manera magistral las penurias existenciales de los habitantes de
la city, sus miedos, inquietudes, aspiraciones, sueños y esa extraña
desesperación que está siempre patente en las clases trabajadoras de un tiempo a
esta parte. Y el mérito, y ahí radica la grandeza de Doctor Who, es que lo hace
sin renunciar a la fantasía. Al contrario, combina ambos elementos; lo hiper-real
y los sub-real y nos lo devuelve en forma de maravilloso cuento televisivo, con
o sin moraleja (casi siempre con), pero sin ñoñerías.
Para terminar de glosar las virtudes del programa, y además
de todo lo anteriormente expuesto, debo añadir que el show ha transcendido las
fronteras del Reino Unido, y todo apunta, con la adaptación a la gran pantalla
que se prepara y que, finalmente, dirigirá David Yates, a que va a volar muy
muy alto (si el mundo no se acaba antes). No tiene, por descontado, la difusión
de las teleseries americanas (tampoco cuenta con los canales de distribución de
éstas, no olvidemos que es un programa que produce la televisión pública
británica), pero aun así ha conseguido hacerse con un núcleo acérrimo de seguidores
por toda Europa, así como grandes nichos en Australia, Nueva Zelanda y Canadá.
Incluso en Estados Unidos existe un pequeño sector de irreductibles whovians.
Ni que decir tiene que esto es algo impensable hoy en día para ninguna serie
española, ya venga de la televisión pública o los canales privados. La falta de
ambición de nuestra ficción televisiva y su escasísima presencia en mercados
que, a priori, podrían resultar fácilmente accesibles, como son los países
latinoamericanos, es una de las asignaturas pendientes de nuestras productoras,
que no han sabido ver la oportunidad que les brinda este medio extraordinario
(Hay programas que sí se exportan a países sudamericanos, como “Cuéntame”, pero
son excepciones). Doctor Who es un ejemplo de ficción bien hecha, de elementos
armónicos que crean sinergia, de maravilla en formato panorámico, de pasión, de
energía, ilusión, alegría, bondad.
Más adelante me
dedicaré a hablar sobre los diferentes doctores y la idiosincrasia del
programa. Hoy solamente quería vendéroslo.
La razón de Estado que postulaba Nicolás Maquiavelo en su
obra “El Príncipe” señalaba la necesidad de llevar a cabo una política mesurada
y racional, cuyo elemento teleológico debía ser la consecución de un Estado
fuerte y soberano, que trajese el orden y la paz a la convulsa sociedad
florentina y a los estados italianos de aquella modernidad incipiente del XVI,
enfrascados en guerra perpetua unos con otros, y con los Borgia al frente del
altar. Y más se valiese del miedo que del amor de su pueblo, el príncipe
cristiano estaba legitimado a utilizar cualesquiera medios a su alcance para
lograr sus objetivos, siempre en aras de la susodicha razón de Estado. Es aquello tantas
veces comentado del famoso fin que justifica los medios (aunque Maquiavelo jamás
emplease esta frase).
Hace unas semanas leía una entrevista a Jon Ronson en el
diario El Mundo con motivo de la publicación de su nuevo libro “¿Es usted un
psicópata?” (Ediciones B). El famoso escritor y periodista galés, autor de la
conocida novela “Los hombres que miraban fijamente a las cabras” (que tuvo una
curiosa adaptación a la gran pantalla no hace mucho), sostiene en esta nueva publicación una
tesis muy interesante que hay que sopesar con detenimiento; el mundo está
dirigido por psicópatas.
Ronson hace
referencia, fundamentalmente, al sector financiero y empresarial para señalar
un hecho preocupante; los puestos de dirección de los grandes bancos, holdings
internacionales, corporaciones, grandes empresas y demás transnacionales están
copados por un perfil de persona muy concreto, el del psicópata. Razones de peso no
le faltan a la hora de sustentar sus afirmaciones, y aquellos que quieran conocerlas deberán
acudir a las páginas de su libro.
Aquella entrevista me hizo recordar un estudio que cayó en
mis manos hace unos cuantos años, mientras recogía información para un trabajo de
antropología en la facultad. No recuerdo muy bien quien lo realizó, ni puedo
dar más referencias de aquel estudio porque no era el tema de mi investigación,
y no me molesté en tomar notas. Ni siquiera recuerdo con exactitud la publicación
donde lo leí, creo que fue en uno de los volúmenes de la revista “Cultura y
Sociedad” que me encontraba consultando por aquel entonces. Ni me preguntéis por la
referencia bibliográfica, no lo sé, y es algo de lo que siempre me arrepentiré.
Recuerdo
que en aquel artículo se exponían las conclusiones de una investigación llevada a cabo entre varias personalidades del ámbito de la política a nivel mundial. Al parecer, los
investigadores habían tomado la escala de Hare, que sirve para medir rasgos
psicopáticos en alguien, y la habían aplicado a una muestra representativa
de seres (por llamarlos de alguna manera) dentro de este mundillo.
Tras estudiar minuciosamente los perfiles psicológicos de dichos seres, y sin
discriminar por, edad, sexo, nacionalidad u orientación ideológica, habían
llegado a la conclusión de que a medida que se iba subiendo en la pirámide del
poder el número de rasgos de psicopatía también aumentaba acompasadamente. Ni que decir tiene
que los puestos cúspide eran copados
sistemáticamente, o bien por psicópatas, o bien por individuos que se acercaban
alarmantemente a la sociopatía.
Aquello me dio mucho miedo. Recuerdo que cerré el volumen
con fuerza y lo devolví a la estantería de donde lo había sacado. Esa noche
tuve pesadillas.
Con el tiempo he vuelto a reflexionar en numerosas ocasiones
sobre este hecho, y he llegado a una conclusión simple y desoladora, la misma a la que, por otras vías me imagino, ha llegado el señor Ronson; el mundo
está gobernado por psicópatas.
Hay varias
líneas de argumentación que me llevan a aseverar esto; en primer lugar tenemos
que pararnos a pensar en qué cualidades debe cumplir alguien que esté en un
puesto de dirección de un partido político al más alto nivel. Debe ser
ambicios@, amoral, debe carecer de escrúpulos y estar dispuest@ a hacer lo
necesario, a costa de quien sea, para conseguir sus objetivos. Nadie que
ocupe un puesto directivo en un partido político ha llegado hasta ahí sin
mancharse las manos, eso es una obviedad, al menos para mí. Ganar es sinónimo de aplastar.
Para
triunfar en un mundo tan ultracompetitivo como es el de la política, donde los
chantajes, el espionaje, la paranoia, las luchas bicéfalas, tricéfalas, la
traición, e incluso el asesinato, están a la orden del día, el darwinismo social
impone que solamente aquell@s más aptos, es decir; más psicópatas, conseguirán medrar y aposentar sus culos en poltronas vitalicias. Y, amigos míos, si hay algo que un psicópata suele
ser, sobre todo un@ con cierto grado de carisma e inteligencia, es un
triunfador social. Poseen encanto, son aduladores, zalamer@s, saben a quien
hacer la pelota y cuando hacerla, lo que deben decir, lo que no deben decir. Son
astut@s jugadores de ajedrez que se ocultan tras sus alfiles esperando el
momento para atacar y dar jaque mate, da igual a quien tengan que sacrificar.
Porque, y
llegamos a la segunda parte de mi exposición, l@s psicópatas son totalmente
amorales. Vicente Garrido Genovés, en su obra “Cara a cara con el psicópata”,
describe a estos individuos como discapacitad@s morales, como individuos que,
aun sabiendo discernir el bien del mal, actúan movid@s por puro y simple
egoísmo. Carecen de empatía, carecen de responsabilidad y remordimientos. Tú y
yo les damos igual, son animales que solamente desean satisfacer su necesidad
de poder y dominación. El mundo de la política, los partidos, las agrupaciones,
todos esos maravillosos organismos, son el caldo de cultivo ideal para que este
tipo de personalidad florezca y haga carrera.
No existe, en mi opinión, nada más atroz, y que vaya más en
contra de la dignidad humana que denigrar y humillar a otra persona en público, haciéndolo, además,
para obtener beneficio personal de la destrucción de ese otro individuo, sin
importar el daño que se está haciendo o a quien se le está haciendo. Considero
que esto es un comportamiento aberrante y me repugna pensar que exista gente
que viva de hacer esto a diario, porque, y esto es lo más fuerte, l@s polític@s
lo hacen, de manera sistemática y con extrema diligencia. Investigan a sus
adversarios y llevan la cuenta de sus chanchullos, de sus intimidades. Si un rival es adultero, si esnifa coca, si fuma, si bebe, si es homosexual, si
le gustan los látigos de cuero, si ha robado dinero público (todos l@s polític@s
son corrupt@s, esto es algo que también necesito que entendáis, pero que voy a
dejar para otro post), si su hija es gótica, si su perro come cacas del suelo.
Escarban en la basura y reúnen pruebas, secretos, para después filtrarlos a los
mass media, que suelen utilizar como voceros laudatorios de sus andanzas, en el
momento en que más daño pueden causar.
Cada vez
que veo una sesión de control al gobierno me horrorizo. No se discute sobre
política, no se intenta argumentar de forma positiva y racional una medida. Se
espeta información, de la forma más asertiva y auto-elogiosa posible, se tergiversan
hechos y se insulta. L@s polític@s no hacen política, SE INSULTAN!. Es como el
patio de recreo de un colegio donde todos gritan “y tú más” (por cierto, los
niños pequeños son psicópatas, todos ellos, no tienen su inteligencia emocional
desarrollada y por eso son tan crueles).
Nicolás Maquiavelo supo definir a la perfección lo que es un
político, y lo hizo en el año 1513. El príncipe cristiano, dueño y señor de la
razón de Estado, ha ido degenerando con el devenir de los tiempos hacia una
nueva sub-especie de principitos y principitas, niñat@s mal criad@s que juegan
con el destino del mundo en sus parques de escaños y altares, y micros y notas,
y poses y rictus, y voces moduladas en falsete. No les importamos, solamente
quieren su cuota de poder y mear más lejos que el resto.
He decidido que no quiero jugar con ell@s. No les voy a dar
mi voto, a ningun@. No les apoyo, no creo en ell@s ni en el mundo que han
creado.
Lo que me sucedió después de ser Nada es bastante complejo y
lo tengo algo borroso. Para empezar, justo después de la Nada no recuerdo que pasó, sé
que debió de ocurrir Algo importante. Una conjunción extraña de hechos que se
concatenaron ad aeternum y que dieron lugar al Universo conocido que soy hoy.
Fue durante mi Big Bang, que se suele decir, pero en realidad no lo recuerdo.
Tengo cierta noción de lo
sucedido a partir de un cronón de tiempo después de ese Bang Bang, más si me
retrotraigo justo hasta el mismo instante de la Creación nada de nada, puf,
recuerdo que se esfuma, ni me preguntes porque no lo sé. Mis recuerdos de aquel
Tiempo Cero son como un queso gruyere, poco consistentes y llenos de agujeros.
Son como
las lagunas de memoria después de una noche de excesos, como el nombre de aquel
actor tan famoso en la punta de la lengua. Era un momento, de eso estoy seguro.
Tiempo condensado antes de ser contado.
Yo, un Cronón después del Principio de los Tiempos
Luego, 10-43 segundos
después me hice muy pequeño y muy denso,
y muy caliente. Superenergético. No sabría señalar a ciencia cierta que cualidad
era, me gusta pensar en energía, queda muy bien en las conversaciones y sirve
para ligar, sobre todo entre las hippies. Lo cierto es que no lo sé. La teoría
unificada de mí apunta a este hecho. Una especie de fuerza primordial, que no
era ninguna de las cuatro que hay ahora sino una mucho más molona, que lo
llenaba Todo. Eso fue después. Antes de eso Tiempo y antes Nada.
Ni siquiera
se moleste, querido lector, en intentar concebir un sistema para medir dicha
energía que era Yo. Ni bosones ni hadrones, ni partículas ni ondas. Orgones me
han llamado a veces, pero tampoco. Ni Kundalini, ni Dios, ni Maná, ni Nada. Era
Algo más insustancial. Dese usted cuenta que acababa de salir de la
inexistencia y andaba algo perdido en la búsqueda de mi identidad, ni siquiera
me lo planteaba pues aun no era Logos ni era Nada. Era el Algo contrario a la Nada, eso es lo que era.
Y lo fui en
ese momento y nunca más volví a serlo. Qué gran explosión inaudita!. Qué bueno
que era aquello!. De un tiempo a esta parte he querido volver a experimentar el
momento de la Creación. En
cada una de mis vidas pasadas. Cada feto en el útero. No hay manera. Me pasa un
poco como a los yonkis que por vez primera experimentaron un instante eterno de
sublime placer y luego se pasaron el resto de sus vidas buscando repetir ese
momento en vano. Una lástima, una tristeza, un coraje de vivir.
Será por ello que siento una punzada de nostalgia cuando
hecho la vista atrás, hacia aquel Big Bang de mis primeros Tiempos. Nunca podré
experimentar de nuevo mi propia Creación, no sin pasar antes por el reseteo de
mi Consciencia. La muerte de Dios-Todo lo que es. El Punto-Cero pasó y de ahí
nació el Tiempo. La gran explosión de la Creación. Tan majestuoso y
sublime!.
Cómo narrar con palabras aquel instante, aquella plenitud.
Un estallido de vida en mitad del vacío. El surgir del momento eterno. El
comienzo del Tiempo que no tiene comienzo. La Corona surgiendo de la nada adorna su mismidad
desde un instante infinito que se va condensando hasta hacerse sucesivo. En ese
instante que no recuerdo todo se aceleró para dar lugar a una Línea. Saturno
devorándose a sí mismo.
Yo era el Tiempo, el momento perpetuo que empieza a contarse a
partir de sí mismo, y contando y contando llega a ser momentos consecutivos.
La progresión aritmética del mí mismo puesto detrás de mí, en fila india. El
paso de la primera a la segunda dimensión. Me convertí en sucesión. Me di la
vez y entonces fui.
Tiempo contabilizado, así pasé de ser Big Bang a solo Ser.
El mineralismo ya
llegó, lo tenemos encima, como bien anunciaba uno de los próceres de nuestra
cultura en aquel famoso programa.
Estos
últimos meses se han venido produciendo toda una serie de catastróficas
sincronicidades; extraños fenómenos atmosféricos y geofísicos, crisis… no, mejor
dicho, depresión económica galopante, profecías mayas, avistamientos de ovnis,
Sálvame Deluxe, elecciones generales, tensión en oriente próximo que, todo parece indicar,
acabará en tollinas a cuatro bandas, esta vez con armamento termonuclear y
fuegos artificiales, iluminatis y anunnakis, el final de los Simpson.
Incertidumbre total y una fecha de referencia; 21 de diciembre de 2012.
De un tiempo a esta parte solía tener una broma recurrente,
y quienes me conocen saben que soy a la par bromista y recurrente (es decir,
muuuy cargante). Cuando alguien me mencionaba su intención de realizar
cualquier plan futuro, a dos años vista, por ejemplo, le soltaba algo del estilo
“bueno, eso será si el mundo no se acaba antes”. La broma no tiene la menor
gracia, la expresión atormentada de mis interlocutores si que la tenía. Al
principio pensé que era algo aislado, pero no tardé en darme cuenta de que a
cada ocasión que repetía la misma broma obtenía la misma respuesta emocional,
en primer lugar una risa nerviosa, después un asentimiento y/o negación y un
intento por desviar la conversación de nuevo hacia aguas más tranquilas. Incredulidad
sazonada con turbación.
Da lo mismo
que el comentario se lo espetase a un catedrático que a una cajera de
Mercadona, la respuesta era siempre la misma. Nerviosismo, resquemor, miedo,
sobre todo mucho de lo último, flotando en una sopa de incertidumbre. Un miedo
subconsciente, irracional. Una sensación como de inexorabilidad, de algo
inevitable, de algo pautado, grabado a fuego en la fría piedra del conocimiento
arcano. Algunos se encogen los hombros y asumen que les ha tocado, otros niegan
con vehemencia, demasiado vehementemente, en mi opinión. Esos son los más
temerosos.
Todos
nosotros, y cuando digo todos me refiero a TODOS, tenemos esa sensación de que
algo se avecina, da igual que se niegue porque va a ocurrir y va a ser algo
gordo. No sabemos qué, pero va a pasar. Algunos reconocemos esa sensación y la
asumimos abiertamente, otros la ocultamos, la negamos o nos burlamos de ella.
Yo era de estos últimos.
Veréis, hasta hace un par de meses el que aquí escribe tenía
a gala considerarse la persona más escéptica del mundo. Creía, y estaba
equivocado pero aún así no dudaba en afirmarlo, que no existía dentro mi psique
un ápice de pensamiento mágico. De hecho solía burlarme con excesiva sorna de
cualquiera que tuviese una creencia no sustentada en hechos empíricos. Un
racionalista cartesiano, así era como me gustaba considerarme. Solía alardear
de estar por encima de todos esos crédulos ignorantes que basan su vida en los
designios de un ser mágico invisible con superpoderes, y que sueltan simplezas
del tipo “la ciencia no ha podido demostrar la no existencia de Dios” a las que
yo respondía con mi contra-argumento “la ciencia no ha podido demostrar la no
existencia del monstruo volador de espaguetti que vive en la galaxia de
Andrómeda”.
No fue
hasta que adquirí esta manía de bromear con la gente sobre el fin del mundo que
no tomé contacto con una realidad superior, que me sobrepasaba y me englobaba
al mismo tiempo. Empecé a cuestionarme mis propias no-creencias, dado el amplio
abanico de personas proveniente de diversos sustratos sociales que mostraban
ese tipo de reacciones.
¿Y si todo fuese cierto?. Esta duda empezó a anidar en mi
interior. Al principio fue un huevecillo de insecto, de ahí pasó a larva,
crisálida y finalmente surgió como una hermosa mariposa New-Age. El
razonamiento que me hice a mi mismo era impecable. Supongamos por un momento
que el fin de los días se aproxima de verdad, si me pilla en modo escéptico estoy jodido.
Todas las religiones, filosofías, corrientes de pensamiento y demás
supercherías son tajantes a este respecto. Solo aquellos que sean conscientes y
sepan discernir la auténtica verdad serán los elegidos para vivir en la nueva y
gloriosa tierra/paraíso/nave espacial. Sale mucho más a cuenta creer. Unos
meses de pensamiento mágico a cambio de una eternidad de divinos placeres. El
esfuerzo no es mucho, en mi opinión, y los beneficios potenciales superan con
creces al pequeño sacrificio de volver a abrir la compuerta de las
gilipuerteces místico-mágicas de mi cerebro durante este breve periodo de
tiempo.
Porque lo
bueno de todas estas creencias es eso, que tienen fecha de caducidad en el
envase. Diciembre de 2012. Si pasada la fecha anunciada compruebo que nada
relevante a ocurrido, salvo algún nuevo recorte del gobierno (que aunque sea
una putada no puede considerarse señal del fin del mundo), solamente tengo que
volver a enfundarme mi manto de escepticismo y racionalidad y volver a mi
habitual e indolente estado del ser. Es maravilloso.
Solamente me queda un problemilla por resolver; ¿en qué debo
creer?. Y es que son tantas las iglesias, sectas, grupos, sociedades,
doctrinas, dogmas, filosofías, teosofías, cosmogonías, y demás formas de
creencias habidas o por haber que no se por cual de todas decantarme. Es como
echar la lotería (y suelo tener mala suerte con los juegos de azar). La única
solución es jugar una múltiple. A partir de ahora me declaro públicamente seguidor
de cualquier doctrina existente. Pueden considerarme católico apostólico
románico, masón, judío, cienciólogo, budista, odinista, adorador de los aviones
de carga estadounidenses de la segunda guerra mundial, o cualquier otra cosa que
se les ocurra. Todo es verdad. Ninguna religión es excluyente de otra,
solamente hay que saber encajar las piezas. Ya lo iré haciendo, no os preocupéis.
Doy la bienvenida a
mi año metafísico!.
Hare
Krishna Hare Krishna Krishna Krishna Hare Hare
Hare Rama Hare Rama Rama Rama Hare Hare, Amén!
Hola amiguit@s, espero que este lunes os esté tratando bien. Hoy vengo a traeros una selección de los mejores artistas de la escena musical cantando para todos vosotros en vuestra lengua materna. Es un regalo que os hacen, honradles!!
Par empezar en el Nº 5 un amigo muy especial, tras su sonado éxito "Hijo de hombre", nos regaló un hermoso tema que nos llegó al corazón; Phil collins, "En marcha estoy."
En el Nº 4 tenemos a unos chicos alemanes muy cañeros que nos dejarón una de las mejores canciones de amor de todos lo tiempos. Gracias a ellos aprendimos que limón era sinónimo de corazón. Rammstein, "Te quierro puta".
En el Nº 3 una de las canciones más hermosas que nuestros oídos jamás escucharán. Nos enseñaron a amar. Bon Jovi, "Cama de Rosas".
En el Nº 2 os dejo una artista que no necesita presentación. Solamente está en español el estribillo, pero aún así ha entrado por mérito propio en este rankin. Demos la bienvenida a Avril Lavigne y su "Girlfriend"!!
Y lo mejor para el final, como no podía ser menos. En el Nº 1 un tema que ha triunfado en todos los vagones de metro del mundo, interpretado por un ARTISTA con mayúsculas; David Haselhoff!!, "Es la historia de un amor".
Buenos días a todos, espero
que estéis disfrutando de estos días de asueto, y de este tiempo maravilloso
(para las hortalizas) que el cielo nos regala. Hoy vengo a traeros un documento
imprescindible, un relato fascinante, contado, como siempre, sin pelos en la
lengua. La misión que hoy me he propuesto es despejar las brumas de la historia
para traer hasta el presente uno de aquellos cultos ancestrales, olvidados en tiempos inmemoriales, que el ser humano guarda
en el interior de la memoria colectiva, para, por unos minutos, revivir sus
misterios, sobrecogernos de pavor ante el poder de lo divino, reverenciar el
arcano poder que emana de lo más profundo de nuestro inconsciente.
Hoy vengo a
hablaros del culto a Atis!
(El martirio de Atis)
En primer lugar unos datos biográficos para poner en
antecedentes al sobrecogido lector. Atis, nuestro nuevo amigo, era la deidad
principal de los antiguos frigios, una raza de griegos muy raros, al estilo de
los troyanos, que en lugar de vivir en
el Peloponeso, como dios manda, habitaron la
península de Anatolia y vivieron su momento de mayor esplendor entre los siglos
VIII y VII a.C. siendo el famoso rey Midas, y su toque mágico, el personaje más
popular de estos frigios.
Como todo dios solar que se precie,
el bueno de Atis nació, un 25 de diciembre del seno de una virgen, en este caso la diosa Nana/Cibeles. Al parecer la partenogénesis
de la diosa fue producida por una almendra que se le cayó en el regazo mientras
andaba distraída, y que era, en realidad, uno de los cojones del río Sakarya
(al parecer los ríos de Anatolia tienen testículos, ver para creer). Tuvo una
azarosa vida, plagada de escarceos amorosos que se quedaron en agua de borrajas
porque al parecer era impotente. E incluso llegó a tontear con su propia madre,
de la que estaba locamente enamorado. Al final, no se sabe cómo, acabó
prometido con la hija del anteriormente mencionado rey Midas (esto empieza a
parecerse cada vez más a un culebrón venezolano).
El caso es que el día de su boda,
lleno como estaba de tensión sexual irresuelta hacia su madre, y a punto de
casarse con una loba que lo quería sólo para él, decidió que lo mejor que podía
hacer era cortarse las pelotas. De este modo se sentó debajo de un árbol y con
un cuchillito hizo zas!, y se rajó la bolsa escrotal. Una escena muy tierna que
sería repetida por sus seguidores, pero me estoy adelantando.
(coribantes)
Esto ocurría durante los equinocciales
de primavera de su trigésimo tercer cumpleaños. El pobre Atis no calculó bien,
y a consecuencia de su autocastración se acabó desangrando hasta morir. Una
auténtica lástima. Para más inri, unos tíos que pasaban por ahí decidieron que
lo mejor que podían hacer con el pobre dios moribundo era crucificarlo en aquel
árbol.
Tras palmarla, el pobre Atis bajo
a los infiernos, lugar en el que permaneció durante tres días enteritos. Entre
tanto, Cibeles, arrepentida, se hizo con el cuerpo de su hijo y lo llevó a un
sepulcro dentro de una cueva para evitar que el cadáver de su retoño sufriera
los males de la putrefacción. La sorpresa debió de ser mayúscula al ver como
Atis resucitaba al término del tercer día para ascender a los cielos y pasar a
formar parte del panteón de dioses.
El culto a Atis tuvo, como ya he dicho, mucho tirón entre
los frigios, no en vano, se trataba de la deidad solar más querida de la época,
y desarrolló toda una liturgia que tenía su punto álgido en los denominados
festivales de Hilaria, que solían caer sobre el 25 de marzo.
Durante
estos festivales se festejaba la muerte y resurrección de Atis, así como su
pasión en el pino. El mentado día 25 de marzo se organizaba una gran procesión
en la que los coribantes, una especie de hermandad masculina dedicada a los
ritos orgiásticos, y con unas pintas muy raras, cogían un leño enorme de pino,
a veces con una figura de Atis atada a él, y lo montaban sobre una especie de
plataforma que paseaban en volandas desde que lo sacaban del templo hasta que
lo volvían a meter. Los vecinos de los pueblos donde se celebraban estas
procesiones solían reunirse alrededor de los coribantes para gritarle cosas
bonitas al madero (¡Guapo! ¡Viva er pino de mi arma y la mare que lo parió!).
Eran
frecuentes las muestras públicas de dolor, las flagelaciones y lamentos, e
incluso las mutilaciones rituales, como forma de mostrar devoción al bueno de
Atis.
El ritual
solía concluir con la castración pública de aquellos que iban a ser ordenados
aquel año como nuevos sacerdotes del culto. Al parecer, los miembros de este
culto eran todos hombres, y tenían que hacer la promesa de dejar a un lado su
virilidad para dedicarse a una vida de servicio y abstinencia carnal. Todo ello
quedaba plasmado en el rito de cortarse los huevos.
(casta sacerdotal del culto)
Tanto éxito
tuvo este culto que de Frigia pasó a Grecia y de ahí a Roma, donde vivió sus
años de mayor auge durante el reinado del emperador Claudio (41-55 d.C). Por
aquellos años la devoción había llegado a tales extremos, y se había convertido
en algo tan popular, que los equinocciales de
primavera eran dedicados en exclusiva a esta deidad. La festividad de la Hilaria fue
institucionalizada por el estado (Diodorus Siculus 3.58.7) y después, de la
noche a la mañana desapareció. Nadie se explica cómo pasó aquello. Es un
misterio.
Es durante el bajo imperio, cuando el cristianismo se
convierte definitivamente en la religión oficial de Roma, el momento en que
desaparece definitivamente el culto a Atis. Perdiéndose en las brumas del
tiempo. Hoy es un resquicio ancestral que solamente se conserva en mohosos
papeles apilados en los sótanos de los museos, un eco del pasado, un recuerdo
de una época bárbara en la que el hombre seguía rindiendo culto a los ciclos
solares, a la naturaleza ignota y desconocida.
Es bueno ver lo mucho que hemos avanzado como sociedad desde
aquellos años.
P.D.: No he podido encontrar imágenes ni vídeos de la época, así que he tenido que echar mano de lo que había por ahí. Espero que no se note demasiado.
Se que lo que voy a decir puede causar cierta controversia e
incluso ofender a alguna mente bienpensante. No me importa. Son verdades como
puños y alguien tiene que decirlas, de una vez y por todas.
Las personas mayores están muy jodidas de la cabeza. Así de
simple, sin vuelta de tuerca. Esta es la conclusión a la que he llegado tras un
frío análisis de los hechos, datos y experiencias acumuladas a lo largo de mi
corta existencia. L@s abuel@s Son un
colectivo que, salvando casos excepcionales, necesitan con extrema urgencia y
necesidad toda una serie de medicaciones, tratamientos y terapias que por
desgracia no van a recibir debido al hecho de que nos da vergüenza admitir que
la persona que se ha encargado de nuestra educación, y a la que tanto queremos
y admiramos es, en el fondo, un@ enferm@ mental.
Voy a lanzar la siguiente pregunta; ¿alguien se ha parado
alguna vez más de cinco minutos a intentar traducir a palabras los
ininteligibles balbuceos de un@ abuel@?. Si la respuesta es afirmativa y somos
capaces de trasladar los farfullos a información útil obtendremos un mensaje
asertivo. Una prueba clara y sencilla que nos permitirá medir el avanzado estado de deterioro mental
de la persona que tenemos delante. Es la cruda realidad. Haced la prueba
De boca de
un@ ancian@ pueden, y de hecho suelen, salir las barbaridades más aberrantes,
sobre cualquier tema; política (solamente conocen un par de nombres y son
capaces de asociarlos, a veces, a sus respectivos partidos. Eso les faculta
para emitir sentencias del tipo “esos son todos un atajo de hijos de puta”),
economía (la mayoría sigue sin haber dado el salto hacia el euro), sociedad
(prensa del corazón), televisión (en esto son espert@s, más de cuarenta canales
y nunca echan nada bueno, lo que indefectiblemente hará que acaben viendo “Sálvame”,
eso sí, con gesto de desaprobación), biología (los perros son como las
personas), deportes (fútbol), literatura (el “Hola” y el “Pronto”), y si no se
ve con ganas de opinar sobre algo se limitarán a decir que “eso lo llevan mis
hijas”. L@s abuel@s confunden deliberadamente los términos más sencillos por
simple dejadez, para ell@s un antropólogo es alguien que come personas o un
canalón es un tipo de pasta. Cambian los nombres de las personas a su antojo
(Gabriel=Grabiel) y son incapaces de pronunciarlos bien si están en otro idioma
(Michael Jackson=Minkin Llanson). Todo les da igual. Los euros siguen siendo pesetas
en sus cerebros enfermos, y son incapaces de aprender los más sencillos
rudimentos del manejo de la TDT. Da
igual las veces que les enseñes como se utiliza un mando a distancia, ellos lo
seguirán haciendo mal, ¿y por qué?, porque no prestan atención, porque todo les
da igual y no valoran el tiempo de los demás. Para ell@s no hay forma mejor de
emplear el escaso tiempo libre que tenemos que enseñarles, una y otra vez, a
cambiar los canales de la tele o a manejar los teléfonos móviles. Va a dar
igual porque a los dos minutos se les va a haber olvidado todo lo que, con
tanto empeño y cariño, hemos intentado meter en sus duras molleras. Y es que, y
esto quiero que os quede bien claro, no os están haciendo ni puto caso!.
Total, a
ell@s les da lo mismo. Si hay algo que les sobra es tiempo. Al verlos pasar sus
horas muertas frente a una ventana con la mirada perdida en el vacío uno no
puede evitar preguntarse a qué carajo estarán esperando. Aunque, claro, si les
dices de hacer cualquier otra cosa que no implique vejetar y babear no van a
tener nunca tiempo ni ganas.
Son malvados, sibilinos, egoístas e inseguros. Son infantiles.
Creo que esa es la clave de todo. Los seres humanos necesitamos un tiempo
mínimo para que nuestro desarrollo emocional se complete. Si somos expuestos a
la crudeza de la vida antes de que ese tiempo haya transcurrido nuestro
desarrollo quedará truncado, y nunca podremos evolucionar hacia personas
completas más allá de ese umbral. Al igual que a nuestro cuerpo le lleva como
unos treinta años, aproximadamente, desarrollarse totalmente, a nuestra psique
le toma, más o menos, el mismo tiempo producir un individuo emocionalmente
pleno. Si coges a un crío de diez años y le pones a trabajar de sol a sol,
puede que con el tiempo consigas un individuo productivo, incluso lo bastante
funcional como para manejar un hogar y una familia, más, en el fondo, seguirá
siendo toda su vida un crío de diez años.
A esto hay que sumar otros factores más allá de los
desórdenes generacionales. En nuestro país l@s yay@s las han pasado más putas
que en otros lugares del globo, y eso se nota. Voy a enumerar en que ha consistido
la vida de nuestr@s mayores y luego reflexionad si con eso se puede lograr una
persona mentalmente sana.
En primer
lugar tenemos la guerra. Si hay algo (y las películas nos han machacado toda la
vida con esto) que deshumaniza y deja jodidas a las personas es haber vivido un
conflicto bélico. Más aun una guerra civil, donde los que están haciéndose
salvajadas unos a otros son los propios vecinos del pueblo. A un soldado que
entra en combate le quedan cicatrices, muchas veces de por vida; estrés
postraumático, fobias, pesadillas, cambios de humor. Necesitan ingentes
cantidades de medicación y psicoterapia para poder superar aquello por lo que
han pasado.
Nuestr@s
mayores no recibieron ningún tipo de asistencia. Vivieron situaciones horribles
que les dejaron traumatizados y marcados, y tuvieron que seguir adelante, no
les quedaba otra.
Después de
la guerra vino la posguerra; hambre, frío, calamidades varias, dolor, más
muerte y más miedo. Las carestías que l@s abuelos sufrieron después de la
guerra son el origen de su obsesión por acumular y acaparar. ¿Cómo no van a
tener diógenes?.
Y por
último, pero no por ello menos importante, tras la posguerra vinieron cuarenta,
sí, he dicho bien, cuarenta años de estado policial. Para aquellos que
no hayan leído 1984 les resumiré en que consiste un estado policial en dos
palabras; miedo y paranoia. A todas horas, por todos sitios; en la calle, en el
bar, hablando con los vecinos. Nadie quiere saber, nadie quiere opinar, no vaya
a ser que te escuche quien no debe y acabes en una bonita celda de la Dirección General
de Seguridad.
Lo más extraño es que hayan sido capaces de criar a la
siguiente generación; nuestros padres y madres, algo menos tarados, pero aún
así completamente imperfectos. Contra esa generación tengo otros reproches que
ya comentaré otro día. Hoy toca hablar de l@s abuel@s.
En el fondo me dan lástima. Se que sufren. Se que son
incapaces de ser felices porque nadie nunca les ha enseñado a serlo. Pensamos
que es suficiente con darles un techo, comida y un dinerillo mensual que, en el
mejor de los casos irá a parar a hijos o nietos en paro, y en el peor a los
bancos o los timadores (vienen a ser lo mismo). No nos damos cuenta de que
sufren sus días en lugar de vivirlos y no van encontrar un objetivo en la vida
aparte de contar las horas que les quedan hasta el próximo “Pasapalabra”.
Aquí van mis dos propuestas. No van a gustar pero creo que
son lo mejor que les podemos ofrecer; “Eutanasia y Drogas Duras”.
Creo que es inútil prolongar el
sufrimiento de alguien por una mera cuestión religiosa, y creo que cada cual
debe decidir cuándo y cómo dejar este mundo, aunque no se padezca ninguna enfermedad
terminal dolorosa. Ya es suficientemente dolorosa la depresión en la vejez.
¿Y por qué
no?, también creo que atiborrarse de opiáceos es una buena forma de pasar los
últimos años de senectud. Porque, reconozcámoslo, las drogas molan, son
divertidas y te hacen pasar un rato cojonudo. El único motivo por el cual no
las tomamos es porque impiden ser funcionales por el simple hecho de que
tomarlas mola tanto que nuestra única preocupación cuando no las tomamos es
asegurarnos la próxima dosis. L@s abuel@s no necesitan ser funcionales, no
necesitan trabajar, ni llevar una familia, no necesitan establecer relaciones
sociales satisfactorias a largo plazo. Lo que de verdad necesitan es una forma
de matar el tiempo y pasarlo bien hasta que decidan que ya no quieren más de
nada.
Este es un aviso para la Seguridad Social;
Porros, LSD, anfetas y caballo gratis
para nuestr@s mayores. Por una mejor calidad de vida!
Empecé siendo un Cero a la izquierda. Triste pero cierto, y
las cosas hay que contarlas como son aunque no nos gusten.
Al principio era Nada, para ser más exactos era un poquito
de Nada, una cantidad minúscula, casi imperceptible de Nada, un cero de Nada.
No me malinterpretéis, aquello no era para nada aburrido, en realidad, no era Nada.
Como no había días, ni tiempo, en general, ni siquiera me daba cuenta de Nada.
Nada de interés sucedía, solamente un sin vivir de Nada.
La Nada,
al contrario que Todo, no se puede medir, y cuando es poquita no hay problema,
lo grave es cuando se amontona, entonces es cuando hay que tomar cartas en el
asunto. Si lo hubiese sabido otro gallo me hubiese cantado, pero, claro, Yo era
Todo un Inconsciente.
(Yo a los 0 años de edad)
Un vacío, una unidad de Nada, ridícula si lo pienso ahora,
eso era Yo antes del Principio. Una nulidad solemne, una resta a la existencia,
lo que antecede al primer aliento, una vida inerte, una carrera de momentos
congelados en el tiempo antes de escucharse el pistoletazo de salida, un
silencio atronador, el vaso medio vacío, vacío del todo, y sin que exista
siquiera el vaso. Sexo asexuado, incontinencia verbal de palabras no
pronunciadas. Era menos que una mosca flotando en el éter, y ni siquiera me
planteaba Yo estas cosas pues no tenía noción siquiera de mi propia Inconsciencia,
tan poquito como era.
El caso es que mi Nada, de igual modo que era poca, se fue
haciendo cada vez más grande. Porque sí, porque me dio la gana. No se ni como
sucedió, ni cuando, ni porqué, pues al no existir el Tiempo, todavía, aquello
ocurrió Nunca. Un pedacito de Nada se juntó con un segundo pedazo, y luego con
un tercero, y cuando me quise dar cuenta había Nada por todas partes. Me llené
de mi propio vacío. Los huecos de la
Nada se llenaban con más Nada, y así seguían y seguían en una
danza inútil de ceros revoloteando sin Objeto ni Sujeto, sin vectores de
dirección, sin ejes de coordenadas, sin Dimensión, ni sustancia, ni Tiempo, ni
lugar, solamente Nada que nadaba entre más Nada.
Fue entonces, y digo entonces por decir Algo, que la Nada que era Yo se hizo Absoluta.
Un horror absoluti, en eso me había convertido. Odiaba, sin saber en realidad que
era odio, cada parte de mi Ser, por eso lo llenaba con Nada, y sin darme cuenta
llegue a acumular tanta Nada que al final lo único que conseguí fue ser Algo en
la Vida.
El primer Cero se repitió tantas veces que tras hacerse Infinito
acabó por darse la vuelta y volverse hacia sí mismo, un Uroboros de Nada, y
cuando me quise dar cuenta, ya no era un Cero sino un Uno.
Ese fue el Origen de mis dichas y mis desdichas, el resto es
Historia.