Se que lo que voy a decir puede causar cierta controversia e
incluso ofender a alguna mente bienpensante. No me importa. Son verdades como
puños y alguien tiene que decirlas, de una vez y por todas.
Las personas mayores están muy jodidas de la cabeza. Así de
simple, sin vuelta de tuerca. Esta es la conclusión a la que he llegado tras un
frío análisis de los hechos, datos y experiencias acumuladas a lo largo de mi
corta existencia. L@s abuel@s Son un
colectivo que, salvando casos excepcionales, necesitan con extrema urgencia y
necesidad toda una serie de medicaciones, tratamientos y terapias que por
desgracia no van a recibir debido al hecho de que nos da vergüenza admitir que
la persona que se ha encargado de nuestra educación, y a la que tanto queremos
y admiramos es, en el fondo, un@ enferm@ mental.
Voy a lanzar la siguiente pregunta; ¿alguien se ha parado
alguna vez más de cinco minutos a intentar traducir a palabras los
ininteligibles balbuceos de un@ abuel@?. Si la respuesta es afirmativa y somos
capaces de trasladar los farfullos a información útil obtendremos un mensaje
asertivo. Una prueba clara y sencilla que nos permitirá medir el avanzado estado de deterioro mental
de la persona que tenemos delante. Es la cruda realidad. Haced la prueba
De boca de
un@ ancian@ pueden, y de hecho suelen, salir las barbaridades más aberrantes,
sobre cualquier tema; política (solamente conocen un par de nombres y son
capaces de asociarlos, a veces, a sus respectivos partidos. Eso les faculta
para emitir sentencias del tipo “esos son todos un atajo de hijos de puta”),
economía (la mayoría sigue sin haber dado el salto hacia el euro), sociedad
(prensa del corazón), televisión (en esto son espert@s, más de cuarenta canales
y nunca echan nada bueno, lo que indefectiblemente hará que acaben viendo “Sálvame”,
eso sí, con gesto de desaprobación), biología (los perros son como las
personas), deportes (fútbol), literatura (el “Hola” y el “Pronto”), y si no se
ve con ganas de opinar sobre algo se limitarán a decir que “eso lo llevan mis
hijas”. L@s abuel@s confunden deliberadamente los términos más sencillos por
simple dejadez, para ell@s un antropólogo es alguien que come personas o un
canalón es un tipo de pasta. Cambian los nombres de las personas a su antojo
(Gabriel=Grabiel) y son incapaces de pronunciarlos bien si están en otro idioma
(Michael Jackson=Minkin Llanson). Todo les da igual. Los euros siguen siendo pesetas
en sus cerebros enfermos, y son incapaces de aprender los más sencillos
rudimentos del manejo de la TDT. Da
igual las veces que les enseñes como se utiliza un mando a distancia, ellos lo
seguirán haciendo mal, ¿y por qué?, porque no prestan atención, porque todo les
da igual y no valoran el tiempo de los demás. Para ell@s no hay forma mejor de
emplear el escaso tiempo libre que tenemos que enseñarles, una y otra vez, a
cambiar los canales de la tele o a manejar los teléfonos móviles. Va a dar
igual porque a los dos minutos se les va a haber olvidado todo lo que, con
tanto empeño y cariño, hemos intentado meter en sus duras molleras. Y es que, y
esto quiero que os quede bien claro, no os están haciendo ni puto caso!.
Total, a
ell@s les da lo mismo. Si hay algo que les sobra es tiempo. Al verlos pasar sus
horas muertas frente a una ventana con la mirada perdida en el vacío uno no
puede evitar preguntarse a qué carajo estarán esperando. Aunque, claro, si les
dices de hacer cualquier otra cosa que no implique vejetar y babear no van a
tener nunca tiempo ni ganas.
Son malvados, sibilinos, egoístas e inseguros. Son infantiles.
Creo que esa es la clave de todo. Los seres humanos necesitamos un tiempo
mínimo para que nuestro desarrollo emocional se complete. Si somos expuestos a
la crudeza de la vida antes de que ese tiempo haya transcurrido nuestro
desarrollo quedará truncado, y nunca podremos evolucionar hacia personas
completas más allá de ese umbral. Al igual que a nuestro cuerpo le lleva como
unos treinta años, aproximadamente, desarrollarse totalmente, a nuestra psique
le toma, más o menos, el mismo tiempo producir un individuo emocionalmente
pleno. Si coges a un crío de diez años y le pones a trabajar de sol a sol,
puede que con el tiempo consigas un individuo productivo, incluso lo bastante
funcional como para manejar un hogar y una familia, más, en el fondo, seguirá
siendo toda su vida un crío de diez años.
A esto hay que sumar otros factores más allá de los
desórdenes generacionales. En nuestro país l@s yay@s las han pasado más putas
que en otros lugares del globo, y eso se nota. Voy a enumerar en que ha consistido
la vida de nuestr@s mayores y luego reflexionad si con eso se puede lograr una
persona mentalmente sana.
En primer
lugar tenemos la guerra. Si hay algo (y las películas nos han machacado toda la
vida con esto) que deshumaniza y deja jodidas a las personas es haber vivido un
conflicto bélico. Más aun una guerra civil, donde los que están haciéndose
salvajadas unos a otros son los propios vecinos del pueblo. A un soldado que
entra en combate le quedan cicatrices, muchas veces de por vida; estrés
postraumático, fobias, pesadillas, cambios de humor. Necesitan ingentes
cantidades de medicación y psicoterapia para poder superar aquello por lo que
han pasado.
Nuestr@s
mayores no recibieron ningún tipo de asistencia. Vivieron situaciones horribles
que les dejaron traumatizados y marcados, y tuvieron que seguir adelante, no
les quedaba otra.
Después de
la guerra vino la posguerra; hambre, frío, calamidades varias, dolor, más
muerte y más miedo. Las carestías que l@s abuelos sufrieron después de la
guerra son el origen de su obsesión por acumular y acaparar. ¿Cómo no van a
tener diógenes?.
Y por
último, pero no por ello menos importante, tras la posguerra vinieron cuarenta,
sí, he dicho bien, cuarenta años de estado policial. Para aquellos que
no hayan leído 1984 les resumiré en que consiste un estado policial en dos
palabras; miedo y paranoia. A todas horas, por todos sitios; en la calle, en el
bar, hablando con los vecinos. Nadie quiere saber, nadie quiere opinar, no vaya
a ser que te escuche quien no debe y acabes en una bonita celda de la Dirección General
de Seguridad.
Lo más extraño es que hayan sido capaces de criar a la
siguiente generación; nuestros padres y madres, algo menos tarados, pero aún
así completamente imperfectos. Contra esa generación tengo otros reproches que
ya comentaré otro día. Hoy toca hablar de l@s abuel@s.
En el fondo me dan lástima. Se que sufren. Se que son
incapaces de ser felices porque nadie nunca les ha enseñado a serlo. Pensamos
que es suficiente con darles un techo, comida y un dinerillo mensual que, en el
mejor de los casos irá a parar a hijos o nietos en paro, y en el peor a los
bancos o los timadores (vienen a ser lo mismo). No nos damos cuenta de que
sufren sus días en lugar de vivirlos y no van encontrar un objetivo en la vida
aparte de contar las horas que les quedan hasta el próximo “Pasapalabra”.
Aquí van mis dos propuestas. No van a gustar pero creo que
son lo mejor que les podemos ofrecer; “Eutanasia y Drogas Duras”.
Creo que es inútil prolongar el
sufrimiento de alguien por una mera cuestión religiosa, y creo que cada cual
debe decidir cuándo y cómo dejar este mundo, aunque no se padezca ninguna enfermedad
terminal dolorosa. Ya es suficientemente dolorosa la depresión en la vejez.
¿Y por qué
no?, también creo que atiborrarse de opiáceos es una buena forma de pasar los
últimos años de senectud. Porque, reconozcámoslo, las drogas molan, son
divertidas y te hacen pasar un rato cojonudo. El único motivo por el cual no
las tomamos es porque impiden ser funcionales por el simple hecho de que
tomarlas mola tanto que nuestra única preocupación cuando no las tomamos es
asegurarnos la próxima dosis. L@s abuel@s no necesitan ser funcionales, no
necesitan trabajar, ni llevar una familia, no necesitan establecer relaciones
sociales satisfactorias a largo plazo. Lo que de verdad necesitan es una forma
de matar el tiempo y pasarlo bien hasta que decidan que ya no quieren más de
nada.
Este es un aviso para la Seguridad Social;
Porros, LSD, anfetas y caballo gratis
para nuestr@s mayores. Por una mejor calidad de vida!
Qué va! Eres Todo un pirao! Pero lo más fuerte es que me he dado cuenta de que cuando las fotos se hacían en carretes y los llevaba a revelar siempre tenía alguna tuya de cuando tenías 0 años!!!!
ResponderEliminarTambien aparezco como radiación de fondo en algunas grabaciones magnetofónicas. Es una afición que tengo desde chiquitito
ResponderEliminarAhora sí, prometo no irme por los cerros de Úbeda (a lo encuestada) y hablar de los yayos. Me sorprende que no hayas hecho mención a "El Diario de Patricia" entre sus apetencias televisivas. Cuando dejaron de emitirlo mi abuelo se convirtió en otra persona. Lamento tener que discrepar en cuanto a que nuestros mayores están en tan pésimo estado debido a las penurias y sacrificios a los que tuvieron que someterse a lo largo de sus vidas. Creo que eso ha facilitado que se mantengan con cierta "vidilla". Como ya hemos comentado, cuando los abuelos se llamen Kevin, Christian o Jonathan y la generación que tenga que cuidarles sea aún más ninista que ellos, la evolución habrá involucionado del todo. Claro que afortunadamente e incluso aunque los mayas se hayan equivocado en sus predicciones, eso ya no lo veremos ni tú ni yo.
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